"Quien tiene en sí la plenitud de la Virtud
[quien vive en Unión con el gran Tao]
es como un recién nacido.
Las serpientes venenosas no lo muerden.
Las fieras salvajes no lo atacan.
Sus huesos son blandos, sus tendones flexibles,
pero se aferra con fuerza.
No evalúa a las personas por el sexo u otras cualidades exteriores,
pero mira a su esencia: al alma.
Puede predicar [llorar] todo el día y aún así su voz permanece fuerte.
Por eso él encarna la armonía perfecta.
[percibe a los demás como las partes integrantes del Uno
y posee la habilidad de engendrar en la personas el crecimiento espiritual]
Conocer la armonía es conocer lo duradero.
Quien conoce lo duradero está iluminado.
Abusar de la vida es nefasto.
Excitar el alma vital produce fuerza.
Ser demasiado fuerte es empezar a decaer.
Todo esto está en contra del Tao.
Y todo aquello que está en contra de Tao
perece prematuramente."
Lao Tse
Contrariamente a lo que suele pensarse, para seguir el camino de la Virtud (estar en unión con el gran Tao) no requiere esfuerzos, tan sólo recuperar nuestra esencia original, ser como un niño pequeño. Alcanzar la plenitud representa comenzar el declive.